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Geometrías flexibles y expansivas, homenaje a Euclides


Enrique Carbajal (Ciudad Camargo, 1947), conocido como Sebastián, es un devoto de los poliedros perfectos. Su lenguaje anidó en la geometría y al sentirse allí a sus anchas, ya no itineró hacia ninguna modalidad alterna de expresión. Discípulo de Mathias Goeritz (Danzig, hoy Gdansk, 1915), se empeñó desde el inicio de su carrera, que ahora cumple diez lustros, en conciliar preocupaciones teóricas con ocupaciones prácticas, conceptos y emociones, que han sido fértiles justo por su dedicación y oficio. El gabinete y sus curiosidades marcarán su proceso compositivo; es un investigador aplicado nato que juega y prueba los materiales, consumiendo tiempo cualitativo en abundancia al desarrollo de técnicas, procedimientos y soluciones de producción. Lo que deviene imprescindible, la disciplina de laboratorio y sus ejercicios, dada su delectación por trabajar en grandes escalas.

Obsesión por la naturaleza transformable de los objetos, por la capacidad de su recomposición permanente, donde el movimiento y su dinámica fungen de nodo de su planteamiento de fábrica. De allí su interés en el arte cinético, que en el caso de México cuenta con uno de sus practicantes más destacados a nivel planetario, Federico Silva (1923), y quien en cierto sentido detonó la trayectoria del paisano de Siqueiros a un primer plano de atención, al convocarlo a participar en la iniciativa colectiva del Espacio escultórico (UNAM, 1979), que el desarrollara y coordinara a invitación del entonces rector Guillermo Soberón Acevedo (1925), con el ánimo de vincular la preservación del medio ambiente con la estética, en un espacio público, monumental y calificado de reserva ecológica, para conmemorar el medio siglo de la conquista de la autonomía universitaria.

Sebastián sería el más joven de los participantes en el proyecto, y desde entonces se consolidó como una referencia de la tridimensionalidad. Además de colaborar en pie de igualdad en el diseño de la obra plural, consistente en una gema de lava circunscrita por unos polígonos asentados en un anillo de tezontle, que focalizan la majestuosidad de la explosión del Xitle, aportó Colotl (en náhuatl escorpión, acero al carbón pintado, 6 x 6 x10 m.; 1980), al paisaje de Ciudad Universitaria, acoplándose a esa polifonía de juegos constructivos de excepcional armonía: Ocho conejo del propio Federico Silva, a la que después se sumaría Serpientes del Pedregal (1986); La llave de Kepler de Manuel Felguérez; Coatl de Helen Escobedo; Corona del Pedregal de Mathias Goeritz y Ave Dos de Hersúa.

El interés de este compositor por aprehender el núcleo de la exactitud en la representación volumétrica invita a detenerse, someramente, en algunos rasgos de esta rama de las matemáticas, en concreto su homenaje permanente a Euclides, el sabio residente en Alejandría, la ciudad-puerta-faro del Mediterráneo egipcio tras la evaporación del dominio faraónico, durante el mandato de Ptolomeo I, el macedonio que fundara la dinastía Lágida. Pero antes nada mejor que escrutar sus pequeños divertimentos, los transformables, inspirados y dedicados a Leonardo, Durero y Brancusi, de poliuretano inyectado (20 x 20 x 20 cm.), fechados en 1972, y que denotan su pasión delirante en favor de los sistemas constructivos, la identificación de sus módulos y estructuras, sus variantes y posibilidades de recomposición dinámica. Esas pequeñas piezas, auténticos ejercicios sinfín, constituyen, en mi concepto, los aportes más valiosos de sus pesquisas formales en materia de comportamiento del espacio y su confinamiento: derivan del Rosetón Victoria (1967). Suele evocar a Paul Klee: “En el salto del plano al espacio, el impacto hace brotar el volumen, la tercera dimensión”. 

En la geometría, los grupos son fundamentales porque encarnan el concepto de simetría. Y en las obsesivas pruebas de este inquisidor tridimensional, la proporción, el equilibrio y la concordancia de conjuntos en el espacio, se matiza hasta dotarles de (casi) vida propia, capacidad de giro, re-ensamblaje y mutación, en eso que el Premio Nacional de Ciencias y Artes 2015 denomina las cuánticas, y que han prohijado unos bronces de pequeño formato de levedad seductora.

Así las cosas, la geometría de Euclides, primer tratamiento sistemático de la disciplina, resulta impensable sin la suma de conocimientos de la Biblioteca de Alejandría, repositorio de los manuscritos más antiguos procedentes de Babilonia y Egipto. Serán tales civilizaciones las primeras en resolver problemas de superficies y áreas, incluyendo el dimensionamiento de una pirámide trunca, por ejemplo; aunque tendría que irrumpir la Hélade para que se vertebrara una ciencia precisa y específica, rama de las matemáticas, dedicada al análisis de las propiedades de las figuras en el espacio.

Las legiones de obras ideadas y fabricadas por Sebastián suelen agradecer los cansancios del gabinete, las afanosas revisiones, conceptuales y en bocetería y después ya a nivel maqueta, esos senderos del pensamiento crítico: el descubrimiento y su validación. Cada obra  de algún modo responde a la exigencia de alzarse en su propio paradigma, ser su referencia integral. Entre la ingeniería y la filosofía, esta modalidad inventiva demanda extrema disciplina, oficio y consistencia. Hay una clara relación entre el rigor de la experimentación y el corolario final: Tzompantli (1995, fierro con esmalte acrílico), o las versiones múltiples del Chac Mol (1988 en adelante) en bronce, acero o recinto. Enemigo del chihuahuense será la improvisación y su compañero de viaje, la simplificación. Quizá en otros escultores puedan camuflarse los momentos de improvisación, en quien ha optado por la precisión y la exactitud de la ciencia llevada al extremo de la materialidad plástica esto no es posible.

Por ello, tal vez, el carácter polémico de alguna de sus propuestas particularmente sensible al tema de la escala y el contexto socio-urbano, Guerrero Chimalli (2014; Avenida Bordo de Xochiaca, Chimalhuacán, 60 m. de altura) por caso; mientras otra favorece la operación misma de la urbe tornando invisible sus más siniestros procesos de digestión, como Cabeza de caballo mejor conocida como El Caballito  (1992; Paseo de la Reforma y Bucareli, Ciudad de México, 28 m. de altura), que es un respiradero-chimenea de la lumbrera número 26 del sistema de drenaje profundo para disipar sus vapores descompuestos, arte funcional de primera magnitud; o Tsuru (丹頂: grulla de corona roja, pájaro de la longevidad), símbolo de la ciudad de Kadoma (1996; Osaka, Japón, 20 m. de altura), tras vencer en el concurso correspondiente un año antes, homenaje elegante y conciso al ave sagrada por antonomasia de los nipones.

Lejos de la intuición, lo que fomentará Euclides es el análisis del espacio y el comportamiento del punto, la recta y el plano. Reflexión aplicada, basada en conceptos, que se expresa a partir de axiomas, proposiciones no deducidas de otras. Cinco postulados definen el planteamiento de quien suponemos nació en Tiro, residió en Damasco y moró también en la metrópolis fundada y nombrada en honor de sí mismo por Alejandro Magno en 331 a.C. A saber: 1. Dos puntos cualesquiera determinan un segmento de recta: 2. Un segmento de recta se puede extender indefinidamente en una línea recta: 3. Se puede trazar una circunferencia dados un centro y un radio cualquiera: 4. Todos los ángulos rectos son iguales entre sí; 5. Si una línea recta corta a otras dos, de tal manera que la suma de los dos ángulos interiores del mismo lado sea menor que dos rectos, las otras dos rectas se cortan, al prolongarlas, por el lado en el que están los ángulos menores que dos rectos. Este último tiene un equivalente, que es el más usado en los libros de geometría:  5’. Por un punto exterior a una recta, se puede trazar una única paralela.

Hasta bien entrado el siglo XIX mantendrá su vigencia como el tratado canónico de la geometría, y un ser curioso y estudioso como Sebastián abrevará en sus caudales para entender y en su momento resolver los tópicos de planos y cuerpos, más su composición. La lectura y consulta de los clásicos será bandera del creador chihuahuense dada su vinculación histórica con la UNAM, institución donde se formó en San Carlos y ha servido como docente e investigador. Evidente que ha incursionado en  Lobachevski, Gauss y Riemann, así como en las aportaciones más actuales y contemporáneas de la geometría. Lo sigue haciendo, es la base de su lenguaje plástico.

Su valor fundamental y la estructura de sentido que vertebra todo su universo plástico. Continuará experimentando con esos mismos naipes los territorios de los cuerpos sólidos, de los poliedros que, entre su largura, anchura y altura, seguirán haciendo acto de presencia en el planeta, reposando en su corteza hasta adherirse a ella, cual signos de un intervencionismo en el espacio público y el paisaje que espera todavía su conceptualización, mientras tanto Sebastián, incansable, persevera en su vocación creadora.

En ocasión de cumplirse medio de siglo de creación artística de Enrique Carbajal “Sebastián”, el Museo Federico Silva Escultura Contemporánea ha organizado la exposición Geometría multidimensional para conmemorarlo, alentando su disfrute y examen.

Luis Ignacio Sáinz