Seleccionar página

Sebastián Geometría de lo poético


Si, como decía Marc Chagall, “el Arte es sobre todo un estado del alma”, luego entonces, la Obra de Arte es una representación del espíritu humano y, más específicamente, del universo dual de su creador, concebido aquél como un espejo de dos caras: una que refleja el aparente caos turbulento del arrebato creativo, y otra donde se contempla la belleza de lo simple, lo tenue, lo sutil: venas por donde fluye la materialización del objeto estético.

Una vez que los procesos sensoriales ceden paso a la reflexión filosófica, y ambas vertientes de emocionalidad y pensamiento se reúnen en una pieza sólida, se crean nuevas interpretaciones del espacio visual donde sucede el encuentro con el espectador: desde las que propician el ejercicio crítico, las que se sujetan al sentimiento de la experiencia estética, y las que ahondan en argumentaciones de orden académico e intelectual.

Es ahí donde la Obra de Arte se deslinda de su Creador, y es su mera presencia el libre albedrío que el segundo le ha conferido y con el cual establece comunicación con su entorno, generando relaciones de sociedad a partir de cada individualidad con la que interactúa, ya sea dentro de un Museo, en la virtualidad de una pantalla cibernética, o a la intemperie de la mirada: ahora se trata de Ella, y de la esencia de su personalidad.

La “marca estilística” de un Artista suele ser muy similar a la simbología de los orígenes (como la cruz cristiana, por citar un ejemplo) y muchos de los conceptos asociados a un creador (la firma, el nombre, la técnica o determinada cualidad creativa) se convierten, al paso del tiempo, en elementos consustanciados del Arte: Warhol y la lata de sopa, Picasso y los rostros deformados, Rivera, Siqueiros, Tamayo y el muralismo mexicano.

 

Así ocurre con la Obra de Sebastián, cuya forma, dimensiones, colores y líneas se asocian a su hacedor, merced al discurso geométrico que caracteriza a sus piezas: desplazamientos horizontales y verticales que obligan a ampliar la precepción imaginativa y el campo visual, equilibrios armónicos de una física cuántica ordenada por el cubo, desdoblamientos de la materia dentro del tiempo, expansión de estructuras perfectas como fractales.

 

En esta retrospectiva de Cincuenta Años de Creación, se reúnen algunas de las Obras más representativas de un Artista que ha sabido expandir las fronteras del Arte Mexicano en las décadas recientes, y con las cuales no sólo ha sabido construir un universo propio, definido por su valía estética, sino que también ha logrado el reconocimiento mundial, dejando sembrada la certeza material de su creación en varios rincones del planeta.

Este es un breve homenaje a quien alguna vez soñó con ser como uno de sus grandes Maestros, un joven Artista que durmió al cobijo de los graves muros de la Academia de San Carlos, el Sebastián de Botticelli que fue a su vez el Sebastián de Pellicer y se ha convertido, en su múltiple expansión creativa, en el Sebastián de México: un poeta de la escultura geométrica, un escultor de la geometría poética.

 

Armando Herrera Silva

Secretario de Cultura de San Luis Potosí.