Germán Venegas: Espíritu material


Toda Obra de Arte constituye un mensaje simbólico de la esencia de su Creador. Sus significantes surgen del pensamiento primigenio (situado en la frontera entre lo racional y lo emocional) y fluyen hacia la acción de un modo peculiar, a partir de ideas cuya ejecución se gestiona desde la identificación o reconocimiento de sensibilidades entre el Artista y la materia, en una simbiosis de virtudes mutuas reveladas durante el proceso creativo. Es así que el objeto resultante de ese coloquio entre lo animado y lo inanimado, se presenta ante el espectador como un personaje vivo, ajeno a su origen, tal como resulta la consciencia del individuo cuando nace, crece y se desarrolla en su propia autonomía.

Desprendido de su origen adánico, el objeto llamado Obra de Arte posee la capacidad de emitir su propio lenguaje, y de establecer una comunicación múltiple, tanto con su hacedor como con su observador, pero también con otros de su especie. Así es como se conforma una exposición como la de Germán Venegas que ha dado forma a este catálogo, quien con cada pieza nos permite percibir, desde la “mirada” de la escultura o de la pintura, la contemplación que esos seres aparentemente imaginarios hacen de nosotros. Es entonces cuando entramos en su mundo, y somos testigos de una historia que va, desde la nada, hacia la totalidad, y donde somos, nosotros, las entidades imaginarias que estos espectros quizá sueñan.

 

La reunión de estas piezas se convierte, así, en cosmogonía. Una a una, alzan la voz para expresar la razón fundamental de su existencia, y colman a detalle los argumentos de su presencia hasta formar toda una historia de conquistas y derrotas, lo cual las empareja con su místico sentido de longevidad. Traídas desde la antigua posteridad del caos, cada talla, cada trazo, cada línea, son prototipos de la historia de una Patria habitada por esculturas. Habrá que imaginar entonces la batalla de estos seres mitológicos que para algunos (los más adaptados a los discursos definitorios de la academia) son representaciones de una prehispanidad, y no unos invasores de la posmodernidad.

Sin negar sus influencias, Venegas defiende su autenticidad eclética en cuanto a la resolución de sus técnicas, para hacerlas únicas, personalísimas. A modo de ensamble, un considerable número de sus Obras de Arte poseen la virtud de la adaptación al escenario donde se presentan, pero también la cualidad de escindirse y ser su propio espacio. La materia es el protagonista de este proceso de viacrucis donde arde, se rompe, e incluso expresa su lamento, para finalmente expresar su espíritu. Es ahí cuando la pasión creadora (palabras de Stefan Zweig) se robustece hasta alcanzar el grado máximo de aquello que sólo será imperecedero cuando alguien lo deje de sentir o de mirar.

La obra de Germán Venegas permanece entre, con y para nosotros, como espejo de nuestra propia finitud.

Armando Herrera Silva

Secretario de Cultura de San Luis Potosí