La geometría hipnótica de Francisco Moyao


Aunque Francisco Moyao es un artista plenamente reconocido en nuestro medio cultural, como creador y maestro, no es exagerado afirmar que su legado amerita un rescate mayor. La riqueza y los alcances técnicos y sobre todo conceptuales de su obra, invitan a incrementar el grupo de entendidos que lo tienen en muy alta valoración. Algunos de ellos, pintores y escultores, le han aprendido varias de sus lecciones y de alguna manera lo continúan en sus propias obras.

Su presencia en diferentes colecciones públicas y privadas de importancia mayor, como es el caso de la presente colección, en custodia de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, acreditan su trascendencia en nuestra memoria del arte; pero su ausencia en el debate contemporáneo evidencia la necesidad de profundizar en su obra para revalorizarla y resituarla en un contexto de actualidad que, a su vez, se enriquecería considerablemente.

La mayoría de sus piezas se sitúan en una inquietante frontera entre la bi y la tridimensión, afirmándose como escultopinturas. En algunos casos prevalecen los planos pictóricos bidimensionales que muestran con toda intención su naturaleza plana (como en Blanco negativo, Estudio M2 y Estudio M3); en otros casos lo valores escultóricos salen a relucir en formas complejas que se complementan magistralmente con el color (como en Translación, Construcción modular y Proyección modular). Invariablemente, el equilibrio es perfecto. Lo mismo en construcciones de superficies y volúmenes estáticos que dejan el juego visual al color (Construcción ortogonal y Geometría óptica), que en otras que investigan la profundidad  (Progresión cúbica), o en otras más sumamente dinámicas en su forma y/o también en su distribución del colorido (la espléndida Flexión).

Con toda razón Teresa del Conde identificó el trabajo de Francisco Moyao dentro del geometrismo mexicano, estudiado por ella y por Jorge Alberto Manrique. Cierto, y además, en el caso de este artista, sustentado en un conocimiento a fondo de la geometría. Pero es importante resaltar también su manejo de valores ópticos emparentados con el Op-Art. 

Sus obras cautivan, envuelven, hipnotizan a la retina; la insertan en una dimensión paralela regida por juegos cromáticos, secuencias, movimientos y proyecciones modulares, generadores de experiencias visuales y sensaciones únicas.

Por ello, la geometría de Moyao, a pesar de depender tanto de líneas rectas, es una geometría profundamente sensible. Refieren a un autor mental pero también sensitivo, poseido por un afán estético.

Parte de su producción se inspiró en textiles mexicanos, sobre todo en el manejo del color en franjas paralelas, aunque casi siempre encendiéndolo más y prescindiendo de valores tonales. De pronto encontramos ecos de sarapes de saltillo o de motivos huicholes, por ejemplo, de notable elegancia y belleza.

Esta veta suya lo conecta con búsquedas contemporáneas que trabajan con textiles y acervos estético- populares y de culturas originarias, a nivel mundial, de grandes alcances. En este registro (y no solamente) la obra de Moyao se afirma con la mayor calidad.

Nacido en la Ciudad de México en 1946 y fallecido en el 2008, Moyao fue muy identificado por su participación en el diseño de la pieza monumental La Giganta, de José Luis Cuevas. También fue muy valorado como maestro y tutor de varias generaciones, egresadas de su alma mater, la antigua ENAP. Pese a su amplia producción, que incluye escultura urbana para diversos espacios académicos, a sus constantes menciones por la crítica especializada y a varias distinciones recibidas, su conocimiento profundo y su reconocimiento pareciera haberse aplazado para un mejor momento. Es éste. Y qué mejor que comience en este espléndido Museo Federico Silva Escultura Contemporánea.    

Luis Rius Caso